30 de noviembre de 2015

Mis escenas de lucha


Mis escenas de lucha : Cartel

Título original: Mes séances de lutte
Año: 2013
Duración: 103 min.
País: Francia
Director: Jacques Doillon
Guión: Jacques Doillon
Fotografía: Laurent Chalet, Laurent Fenart
Reparto: Sara Forestier, James Thiérrée, Louise Szpindel, Mahault Mollaret, Bill Leyshon
Una pareja se siente obligada a pasar por un enfrentamiento físico, de cierta sensualidad, para encontrarse a sí mismos y recuperar el sentido de su unión. Su especie de lucha empieza siendo improvisada, y poco a poco se convierte en un ritual codificado. Cada uno combate con sus armas. Él pone quizá el dedo en una llaga que no les permite vivir bien, mientras que ella descubre tal vez un modo de divertirse. ¿Cómo acabará un enfrentamiento de este tipo, que transcurre en una casa de campo y que no carece precisamente de fantasía? (FILMAFFINITY)


2 comentarios:

Eleeme dijo...

La película presenta una serie de sesiones de psicoterapia interactiva en las que se sustituye el diván clásico por diversos rings improvisados de pressing catch, hasta que se llega al combate definitivo, el que resuelve los traumas de los pacientes y que se desarrolla estelarmente...en el barro. Ahí se podría acabar la película: el conflicto se ha resuelto. O empezar otra.
Pero, el director no hace ni una cosa ni otra, solo alarga la película con otra sesión más, que ya no va a aportar nada nuevo, salvo aburrir al espectador, si no venía ya aburrido de antes, a pesar de la estética indudable de la lucha libre en las condiciones en que se plantea en la película.

El falo del Otero dijo...

De acuerdo contigo Eleeme. Mal traducido está el título de la película ya que no se trata de escenas sino de sesiones.Fundamental que hablemos de la muerte del padre y por qué no del asesinato. Por otra parte el falo del protagonista que excitado es comentado varias veces por la protagonista que le informa a su pareja de su erótica hacia ella. Es curioso que para Lacan el falo significa el deseo de la madre, derivado de la ausencia de pene, pero también simboliza el propio deseo. También hay que valorar que la protagonista aunque no sea madre es en esta ocasión heterosexual y mujer reproductiva por lo que como madre identifica al niño que no ha engendrado y está latente a pesar de esa lucha cuerpo a cuerpo con lo que le falta, el falo, simbólicamente hablando, por lo que el niño se convierte en el deseo del otro, en este caso de la madre, putativa o no. A su vez el niño puede ser el deseo de la madre, algo que deja de ser cuando el padre priva al niño de esta relación. Es decir, priva a la madre de la ilusión fálica, por lo que esta se refiere simbólicamente a dejar a la mujer sin su falo. Pero también lleva al niño a reconocer la falta de su madre, es decir, a entenderla como un sujeto sin falo y a entender que el portador del falo, es decir de la encarnación del estatus masculino, es el padre.Algún lector de este blog se pensará que me voy por los cerros de Úbeda pero no, este entendimiento del falo como construcción simbólica tiene que ver con la cultura y el Edipo, para Lacan, no es una experiencia individual que cada niño experimenta, sino que es una estructura que estructura. Es decir, como dice Bourdieu, es estructurante. Es, por lo tanto, una de las estructuras que está detrás del intercambio de mujeres y que como ellas se intercambia dentro y entre las familias como se explica con la relación que establece la protagonista con su hermana a raíz de la muerte del padre. Es una estructura que está tras los hechos culturales y que en este caso, junto con otras, dice que construcción y posición tiene cada sexo dentro de la cultura.Por último, oir las notas de Claude Debussy me dejan sin respirar a pesar de que el piano no vale más de 1000 euros.