Me gustaría que me explicaras los orígenes del proyecto.
¿Cómo se configura esa constelación: Miquel Barceló, África, Mali, la
peformance Pasodoble…?
Hace 4 años me encargaron hacer una instalación para la Feria de Frankfurt, una serie de retratos de artistas. (Traços (2007),
proyectado a cuatro pantallas). Filmé a Miquel, en su taller de París,
en 35 mm, y le envié la película, que debían ser 80 metros de positivo.
Lo filmé en su taller, con el elefante que acababa de fundir y presentar
en la capital francesa. Para la instalación hice los retratos de
Perejaume, Frederic Amat, [Antoni] Tàpies i Barceló. El día que fui a
filmar a Miquel en su taller tenía cuadros de Augiéras, y me explicó la
historia del búnker. También estuvimos hablando de cine, es un cinéfilo
increíble. Conoce perfectamente a Pedro Costa, Lisandro Alonso, es
íntimo amigo de Agnès Varda, del productor portugués Paulo Branco, lo
controla todo. Al cabo de un año y medio o dos, Luisa Matienzo —que es
la productora de Tapas (Jose Corbacho y Juan Cruz, 2005) y de La virgen de la lujuria
(Arturo Ripstein, 2002)—, me propuso hacer una película en África con
Barceló, un documental sobre su taller. Y coincidió con que Luisa quería
hacer una película en África; había viajado, pero quería trabajar allí,
hacer algo que trascendiese el turismo, y a Barceló hacía años que
mucha gente le proponía hacer una película en África y siempre decía que
no. Pero en aquel momento quería llevar la performance “Paso
Doble” a Mali, y le venía muy bien que alguien hiciese una película para
que le pagara el transporte del barro, que era complicado. Cuando me
propusieron eso recordé la historia de Augiéras, y en principio pensé
en una película que lo mezclase todo, Los pasos dobles tal vez era más parecida a La leyenda del tiempo
(Isaki Lacuesta, 2006), mezclaba documental y ficción. En preproducción
vimos que eso no cabía, que además los registros eran muy diferentes, y
que no habrían encajado en una sola película, y seguramente en vez de
reforzarse se hubieran anulado. Hay veces que la mezcla de diferentes
formatos funciona y se refuerzan mutuamente, en este caso pensamos que
no, que los habría debilitado. Empezamos a decirlo en plan de broma y en
seguida vimos que tendríamos que hacer dos películas.
¿La película se divide en dos a partir de ese momento?
Sí. Y tiene gracia, una película que se llama Los pasos dobles que se desdobla. En el fondo, siempre que empiezo una película hay la tentación de hacer varias. Por ejemplo con Los condenados
(2009), daban ganas de hacer la ficción y una serie de documentales
sobre casos reales que habíamos conocido. Estaba el documental que había
hecho con Pere Vilà, Soldats anònims (2008), siempre hay como ganas de tocar la misma historia desde diferentes ángulos. Y con Los pasos… por fin se pudo hacer.
¿Es algo habitual, en fase de guión o de preparación, que surjan todas estas ideas de mezclar documental, ficción…?
Sí, incluso no hubo tiempo de hacerlo pero cuando salgan
los extras quizás lo pueda mostrar, había la tentación de hacer un
documental sobre los albinos, también. Algún día aproveché para tomar
unas pequeñas notas con ellos. También un documental sobre Augiéras,
contando quien es él, con el escritor Paul Placet, su mejor amigo, que
es el que aparece en las imágenes de súper 8 del final de la película.
Él sigue vivo, me estuvo enseñando todos los cuadros de Augiéras, los
lugares donde vivieron, los lugares que aparecen en las filmaciones. Con
esto igual hago una pequeña pieza para poner en los extras. Siempre hay
como esta especie de impulso absurdo de intentar hacer muchas cosas que
luego por razones de presupuesto no se pueden hacer.
Senderos que se bifurcan
Los pasos dobles, como el cine clásico,
conjuga varios géneros y temas: es una película de acción, de amigos que
se lanzan a la carretera en busca de lo que sea, pero también tiene
aspectos políticos o sociales como la historia de los albinos…
No me parece ni una virtud ni un defecto hacer una
película que toque varios temas. Quizás porque soy impaciente me dan
ganas de probar cosas distintas…o quizás porque todavía estoy empezando a
hacer las primeras películas, y tengo ganas de probar estilos
distintos, de aprender distintos registros. Esto es lo que decía en San
Sebastián, lo que intentaba contar y quizás no se entendió muy bien, que
esto viene de tradiciones muy claras, de un clasicismo que igual viene
de antes del cine, incluso. En la literatura es muy claro, por ejemplo
en El manuscrito encontrado en Zaragoza (Jan Potocki), un conjunto de relatos que no acaban, o en Las mil y una noches.
O en las novelas de [Hermann] Broch, en que un episodio es ensayo, el
siguiente es periodismo, el otro es novela narrativa. En el caso de una
conversación de sobremesa pasamos con toda naturalidad de hablar de
fútbol a hablar de viajes. Esto lo decía Monterroso, que si una buena
conversación es aquella en la que cambiamos de tema constantemente, ¿por
qué en la literatura sigue imperando tanto la unidad de estilo? Yo
creía mucho que cuando cada secuencia tiene un estilo distinto podía ser
más intensa, no solo al hacerla sino también con esta idea de que
cuando filmas algo con intensidad el espectador lo recibe. También
pensaba en esto como una forma de suspense. Seguir pensando que el
suspense está en descubrir que el guión tenga un giro final en el tercer
acto hoy en día es absurdo. Cuando Hitchcock hacía Psicosis (Psycho,
Alfred Hitchcock, 1960) y pide a la gente que no cuenten el final,
igual en los años 50/60 hacían caso, pero hoy en día con Internet,
Twitter… cuando vamos a ver una película sabemos cómo acaba, todos vamos
a ver El sexto sentido (The Sixth Sense, M. Night
Shyamalan, 1999) sabiendo que al final están todos muertos, yo no
conseguí ver la película antes de haberlo descubierto. Pienso que ahora
el suspense pasa por no saber cuál es la siguiente secuencia, cual es el
siguiente plano… igual no tiene mucho sentido. Mi teoría era esa.
Esta tradición oral de historias de historias dentro de
historias, de personajes que cuentan historias es algo por otra parte
muy cinematográfico…Por ejemplo a partir del montaje.
Sí, quizás por eso me gustó tanto El manuscrito encontrado en Zaragoza…
seguramente al principio del cine todo estaba muy junto. Hoy nos
cuentan que Lumière y Méliès eran muy distintos, pero yo creo que no lo
son tanto. Y se ha llegado a esta separación entre el cine
contemplativo, artístico, de festival y de autor, y un cine muy
narrativo y comercial. Igual que en la pintura se intenta separar entre
pintura figurativa y abstracta, dos distinciones que yo creo que son muy
falsas. Siempre he intentado, incluso en Microscopias (2003) o en mis cortos más abstractos, que hubiera como pequeños relatos. Cuando en algo tan abstracto como Microscopias ves
texturas y ves cosas es porque en el fondo estamos hechos, nos hemos
desarrollado, para construir historias. Enseguida planteamos esta idea
de un principio y un final, incluso con las cosas menos narrativas a
priori del mundo tendemos a crear relatos. Incluso en lo más
observacional del mundo. Ves una película de Raya Martin, un señor
caminando tres horas, y te montas cuentos porque si no es insoportable.
Además en tu película se funden los tres tiempos narrativos. Se desvela que la linealidad temporal es una ficción.
Hay muchos cuentos de Borges, que tienen esta idea. En el
fondo si pensáramos en los tiempos de la película podríamos que el
primer tiempo es el de Barceló, que es el que origina la historia de
Augiéras, pero al final nos damos cuenta de que Augiéras es el que
vuelve, sería una especie de bucle imposible. Esto es una cosa que le
doy vueltas últimamente…
Es una constante en tu cine. Igual que Barceló y
Augiéras,Isra y Makiko, van tras el rastro de Camarón, el protagonista
de Cravan… tras el del poeta francés…
Son juegos de espejos deformantes. Es una cosa que he
hecho a menudo también. Pensamos que el montaje paralelo solo sirve para
buscar semejanzas y analogías, y sirve también para buscar diferencias y
darnos cuenta de que igual Barceló se parece a Augiéras pero igual hay
cosas que son muy distintas y no se parecen en nada. Esta separación
entre arte popular y arte culto yo creo que ahora tampoco existe, en mi
teoría, igual totalmente infundada, somos prueba de eso. Las clases
medias hemos tenido una educación y hoy en día podemos hacer películas,
podemos hacer discos, podemos escribir libros, y de repente ves Muchachada Nui
y hacen bromas con Antonio López, o ves a Monty Python y hacen bromas
con Wittgenstein y los filósofos, y las entendemos, o sea que esta idea
de una alta cultura y un arte popular ya no existen, y en el fondo es un
poco todo lo mismo o debería serlo.
Los pasos dobles tiene tres líneas muy
claras. Miquel Barceló por una parte, la historia de los amigos que se
van tras el búnker y la historia de Augérias.
Está bien que digas lo de las tres líneas muy claras. A mí
me parecía que sí, que eran bastante claras. De hecho son dos líneas y
Barceló es una especie de bisagra. Tiene algo de cuento de Borges,
también, esta especie de eterno retorno…
Esta estructura narrativa. ¿Nació en guión o es una cosa que apareció en rodaje?
Esto estaba en el guión. Aunque sí hubo una serie de
cambios. Por ejemplo, en el primer guión posterior a las localizaciones
en Mali, el que buscaba el búnker era Barceló. Después de hablar con él y
conocer a los personajes decidimos que no, que Miquel estaría mucho más
cómodo no actuando sino haciendo pinturas, y lo convertimos en esta
especie de demiurgo que conduce el destino de los demás. En cambio sus
compañeros, sus mejores amigos del pueblo, son los que acaban buscando
el búnker. Es muy curioso también como cambia la percepción de la
película en función de si conoces a Barceló o no lo conoces. Ahora en
Corea, hablando con la gente de allí, o con un crítico italiano, claro,
ellos no saben quién es Miquel y lo ven como el personaje del pintor
blanco. Para ellos toda esta especie de dimensión documental, que yo
creo que algunos han exagerado un poco con respecto a lo que hay en la
peli, no la perciben como tal, lo ven como un personaje más de ficción, y
sería el personaje del pintor blanco, un poco como en El maestro de marionetas (Xi meng ren sheng, 1993) en Hou Hsiao-hsien.
La necesidad creativa
A mí me gustaba mucho empezar por esa secuencia de El cuaderno de barro porque mucha gente que sí conoce a Miquel como pintor, sobre todo en España, piensa que es un señor que vive en una mansión en África con negros que le abanican, y es ridículo. Su casa es como se ve en la película, no hay agua corriente, hay un agujero para cagar, no hay más, y se va a duchar a la cascada que hay en la esquina. Y me parecía que era importante empezar por ahí, que se vea que son colegas, que de repente Amassagou se descojona de Miquel (y Miquel de Amassagou). Me encanta ese momento en que Miquel intenta dibujar la sirena y Amassagou le arranca el papel para que no dibuje. Aquí se lo arrancarían después…
La necesidad creativa
Cuando veíamos el inicio de El cuaderno de Barro, le decía en broma a Miguel “Barceló es africano”. Es
muy bonito como abres la película, porque vemos a Miquel Barceló,
después de tantos años, hablando como ellos, gesticulando como ellos.
A mí me gustaba mucho empezar por esa secuencia de El cuaderno de barro porque mucha gente que sí conoce a Miquel como pintor, sobre todo en España, piensa que es un señor que vive en una mansión en África con negros que le abanican, y es ridículo. Su casa es como se ve en la película, no hay agua corriente, hay un agujero para cagar, no hay más, y se va a duchar a la cascada que hay en la esquina. Y me parecía que era importante empezar por ahí, que se vea que son colegas, que de repente Amassagou se descojona de Miquel (y Miquel de Amassagou). Me encanta ese momento en que Miquel intenta dibujar la sirena y Amassagou le arranca el papel para que no dibuje. Aquí se lo arrancarían después…
Me encantó sentir que Barceló es como uno de ellos.
Y también al revés, Amon y Amassagou tienen muchas cosas
de Miquel, de repente Amon te dice cosas que le vienen de Miquel seguro.
Tiene una relación muy distinta con los dos, Amassagou tiene la misma
edad que Miquel, son del mismo año, y es mucho este rollo de colega.
Amon quiere decir “huérfano” en dogón. Es el nombre que le ponen a los
niños huérfanos. Cuando Miguel lo conoce es un niño, y de algún modo le
ha acompañado estos años. Amon es su ayudante allí, es el que pinta con
él, hace los fondos, busca los pigmentos…trabajan muy juntos. El inicio
de la película es esto que decía Miquel, que allí son grandes narradores
orales, y por las noches como no hay televisión ni hay nada, y tienen
esta tradición milenaria, cuentan historias. Nos decía Miquel, de hecho
lo cuenta en los Cuadernos de África [ed. Galaxia Gutenberg],
que una noche le preguntan por Jesucristo. Allí son animistas. La
iglesia que se ve en la película —es muy gracioso, no son curas
ordenados, les llaman animadores, y el cura que
aparece en esa secuencia es el animador real de la iglesia, que además
es el traficante de marihuana del pueblo, con lo cual es el animador en
todos los sentidos de la palabra. A Barceló le preguntan por Jesucristo,
y les cuenta la historia de la crucifixión… la misma noche, que se va
alargando. Les cuenta la historia de Billy el Niño, la de Frankenstein y
la de Caravaggio. Al cabo de unos días se da cuenta de que lo mezclan
todo, y lo cuentan a los niños, a los vecinos, y mezclan la historia de
Jesucristo, que agarra un fusil, empieza a disparar, lo castigan, lo
crucifican, y al día siguiente resucita como Frankenstein. Todo así muy
enloquecido. El estilo de Los pasos dobles viene de esa misma
idea. Sería como si dentro de 200 años, contaran la historia de
Augiéras, que ya se mezcla con la de Barceló, incluso con todas las
historias que él les ha contado. Y me gusta esta secuencia inicial
porque realmente ves que allí son así. Cuando Amassagou empieza a contar
lo de las sirenas, primero dice que son delfines, hasta que se dan
cuenta de que no, que son sirenas. Luego cuenta que tiene casetes [con
su canto]. Y al final llegamos a la conclusión de que son una especie de
nutrias…
En ese sentido, en El cuaderno de barro me ha
parecido muy bonito ver como algunas secuencias coinciden con cosas
sobre las que Barceló ha escrito, por ejemplo, en sus Cuadernos de África.
¿Este acercamiento al pintor es resultado de un concienzudo proceso de
investigación o son cosas que han ido surgiendo a tenor del rodaje?
Ambas cosas. El proceso de hacer la película ha sido
largo. Antes de empezar a rodar llevábamos casi dos años hablando sobre
ella, y quedando con cierta frecuencia con Miquel, y desde luego
habíamos leído ya antes los Cuadernos de África. Conocíamos
bien sus trabajos. Pero es que cuando llegamos a Mali por primera vez,
la sensación era: “Esto es lo que le hemos leído, lo que hemos visto en
los cuadros”. Esa sorpresa de ver el paisaje. Hay un plano muy cortito
en que los bandidos pasan por lo alto de un acantilado, al fondo no hay
horizonte, se ve solo la tierra. Ese plano es como los cuadros de
Miquel, tiene el mismo color, la misma composición…y esta sensación de
“¡el paisaje es igual que los cuadros!” Hasta que luego te das cuenta de
que los pigmentos de los cuadros vienen de ahí, de la tierra, es muy
normal que todos esos cuadros sean así. Era muy divertido lo de empezar
a identificar: “aquel cuadro de aquel negro resulta que es Amassagou,
este Ogobara…”, y reconocer los lugares. Mucho de lo que conocíamos por
los cuadros es lo primero que te encuentras allí. Lo que está más a
mano, lo que de forma más natural filmarías, es lo mismo que aparecía en
los libros o en los cuadros de Barceló.
Me llamó mucho la atención esa secuencia que se
desarrolla en el “taller” del artista, cuando Barceló descubre sus obras
carcomidas por las termitas, y los escorpiones. Me recordó ese momento
de los Cuadernos… en que Barceló escribe sobre de las duras
condiciones del lugar, de Mali, de unas condiciones que determinan el
trabajo del artista. Vivir y pintar a más de cuarenta grados…
La rutina del taller es esa: llegas y lo primero que haces
es ver si hay escorpiones y quitarlos, por pura supervivencia. Miquel
no sabía que los escorpiones se alimentan de las larvas de las termitas,
con lo cual en el fondo estaba montando un criadero de escorpiones, sin
saberlo. Esto en la película no se cuenta, pero le picó un escorpión en
el ojo hace unos años, se quedó dormido en el taller y se despertó con
una puñalada. En el fondo es un poco eso, Miquel lo dice en los
Cuadernos: en África no hay pintura porque no se puede pintar, es el
peor lugar del mundo para pintar, y seguramente sea de los peores
lugares del mundo para ir a hacer cine, al menos con cámaras digitales.
Las condiciones allí, son realmente duras, ¿no?
Sí, quizás de lo que estoy más contento de la película es
que eso no se nota. Es como muy lúdica, muy juguetona. Pero lo pasamos
mal, no fue un rodaje fácil. Seguramente, igual que Miquel al cabo de
los años empezó a hacer cerámica, porque allí sí se puede hacer bien, si
hubiéramos estado más tiempo haríamos marionetas, o a saber qué.
Máscaras, quizás. Miquel lo cuenta en los Cuadernos…, que la
pintura se seca antes de llegar al lienzo. Con la cámara pasa igual,
fuimos con una Red One, con ópticas de cine Cooke, y las cámaras Red
One, en el manual de instrucciones te lo dice, que a partir de 35ºC
pueden dar problemas; y desayunábamos a cuarenta y pico grados. La
combinación del desierto y arena con una cámara electrónica, que no deja
de ser un ordenador, no es muy buena idea. El equipo de cámara estaba
constantemente inventando cosas para resolverlo, como por ejemplo
pequeños ventiladores. Igual que a Miquel le cambia el estilo de pintar
con las duras condiciones de Mali, a nosotros el de filmar… Así como en La leyenda del tiempo
hacíamos tomas de media hora, en África era imposible, si hacíamos una
toma de 15 minutos la cámara se funde, y no podemos rodar en dos días.
Eso te obliga a hacer tomas más cortas. Al final tienes que adaptarte a
lo que hay. O te adaptas o mejor abandonas.
Retomando la idea de Miquel adaptándose a lo que encuentra en África, hay un par de secuencias de montaje en el Cuaderno… en que me gusta como encuentras esas rimas entre la performance
de Miquel Barceló y las imágenes de África. Primero ellos están
manipulando el mural de barro, y pasas a los planos de las viviendas,
del acantilado de los dogones, y es igual, es el mismo paisaje. Después
cuando están con los recipientes de barro en la cabeza, alternas esa
imagen con la de las máscaras.
Cuando Miquel estrena Paso doble en el Teatre Lliure, o en Avignon, si buscáis las reseñas de crítica de arte lo comparan mucho con los drippings de Jackson Pollock, con el mundo de las performances, de los happenings…
Y de repente, visto en Mali, te das cuenta (lo dice Miquel en la
película, que él aprende a trabajar el barro allí, y que tenía ganas de
devolvérselo) de que los gestos son los mismos que cuando tienen que
cubrir las casas en primavera o antes de la época de lluvias para que la
lluvia no hunda las casas de barro. O el trabajo de toda la parte del
principio, que hacen como de agricultores, son los gestos que hace
Amassagou cada mañana. En las máscaras es muy claro, en el País Dogón se
relacionan con una mitología brutal, todo nace alrededor de la idea de
máscara. Es un tabú hacerlas en público, solo se pueden hacer
encerrados, para los iniciados, y las mujeres no pueden ver como las
hacen. Era como este juego de estar al borde de romper el tabú.
¿Cómo reaccionan ellos?
Se reían mucho. Eran conscientes de que no tenían nada que
ver con las máscaras de Mali, que se hacen con madera sin que estas
dejaran de estar presentes— y en aquella parte se descojonaron de risa,
quizás fue el momento que más se rieron. Luego, cantidad de relaciones
con la mitología, con los animales que hay en las casas, en la
Casa-Palabra, que es el lugar de reunión de los sabios. Tengo ganas para
el DVD, de hacer una versión con los comentarios de voz de Amon a
Amassagou, que son los protagonistas. Y con Kassogue, el que hace de
Coronel, que es el único actor de Los pasos dobles; su abuelo era el principal brujo y sabio y artista del pueblo. Hicieron comentarios de toda la performance,
de como la veían y como la relacionaban con su arte. Y eso me gustaría
que en el DVD exista la opción de poder escucharlo en paralelo, y ver
como ellos perciben todo esto del arte.
Es interesante esta idea de que el arte a la vez sea
magia. En África deben estar muy imbricados. Aquí está muy separado el
artista como una figura ajena a la sociedad que hace un poco lo que
quiere, en África debe ser el mago…
En parte sí. También hay, cada vez más, una influencia
occidental muy clara. Cada vez piensan más como se piensa aquí, por la
contaminación [cultural], pero no creo que al final [magia y arte] sean
cosas tan distintas. Es uno de los temas que me interesaban en la
película. Cuando empieza El cuaderno de barro, hay esa especie
de corte entre las mujeres que están tiñendo la ropa y Miquel cuando
pinta. En el fondo es un poco esta idea de recordar cómo hemos llegado a
este punto, quizás en parte por propia culpa de algunos artistas y de
los medios de comunicación… no sé porque…o quizás sea una fundación de
una nueva magia, seguir creando cofradías de gente superior, por parte
de todos. Pero me gustaba recordar esta idea de que el artista no es
alguien encerrado en su torre de marfil, sino alguien que trabaja. Que
hace un trabajo manual, una cosa muy artesanal, y que en el fondo es muy
parecido a lo que hacíamos de niños, seguir jugando con un papel y un
bolígrafo o un pincel, o ese mismo impulso de las cuevas de Lascaux.
Alguien que pone su mano en la pared, en parte por juego en parte por
magia, nunca lo sabremos, pero que en el fondo es algo muy táctil…
Una materialidad muy evidente, el gesto.
Quizás se entienda peor por la idea de que Miquel Barceló es el artista español más cotizado hoy en día…
Pero eso lo deciden las instituciones, ¿no?
Lo deciden los compradores, los mercados, apoyados por
ciertas tendencias, pero…quizás este es un poco el mensaje…en el fondo
la idea de Paso Doble, de la performance, es esta obra que se
podría vender por 5 millones de euros y que cada día se borra y se
vuelve a empezar, que en el fondo es la misma idea de Los pasos dobles de volver a Augiéras, que luego la continua no sé quién…
De hecho se veía en los pasos dobles como borran la cueva. Era buenísimo….Ves los euros perdiéndose…
Me gusta hacer la coña de que es el plano más caro de la
historia del cine español, hubiéramos podido hacer diez películas con lo
que hubiera costado esa cueva. Si claro, este plano es mejor si sabes
quién es Miquel, si sabes lo que significa tiene más gracia que si no lo
sabes.
Una historia de fantasmas
Una cosa que sentí en Los pasos dobles, era que en cierto sentido volvía a Cravan. Porque me parece… Cravan empieza diciendo es la historia de un revenant. Pensaba, qué curioso, la sensación de que estás haciendo películas de fantasmas, de muertos que resucitan. Me acordaba del plano de la resonancia de Los condenados, Isra con la voz y Camarón, Barceló-Augiéras. Pensaba en esa noción de lo fantástico de Todorov.
Una historia de fantasmas
Una cosa que sentí en Los pasos dobles, era que en cierto sentido volvía a Cravan. Porque me parece… Cravan empieza diciendo es la historia de un revenant. Pensaba, qué curioso, la sensación de que estás haciendo películas de fantasmas, de muertos que resucitan. Me acordaba del plano de la resonancia de Los condenados, Isra con la voz y Camarón, Barceló-Augiéras. Pensaba en esa noción de lo fantástico de Todorov.
En el sentido que Gonzalo de Lucas hizo su libro sobre el cine fantástico francés [Vida secreta de las sombras: imágenes del fantástico en el cine francés, Ed.
Paidós]. En vez de ser un libro que hablaba de Jean-Pierre Jeunet o
cosas asi, hablaba de Marguerite Duras o de Chris Marker como cineastas
de cine fantástico. Esa idea me parece muy clara. Yo no sé por qué lo
hago, no es algo deliberado. Quizás tenga que ver con que es algo en el
fondo muy esencial y muy natural del cine, intentar preservar las cosas.
Bueno, esto que hablábamos de la mano de Lascaux, en el fondo es el
mismo impulso de guardar cosas que desaparecen y que son efímeras por
definición. Agnès Varda estuvo en Girona, el sábado nos contaba que está
muy contenta cuando ve sus películas de los años 60 y de que todo está
muy inscrito en aquella época, que los planos en realidad están hablando
de ese momento, que ya no existe. Eso es algo muy natural en el cine.
En las dos películas surge ese viaje, esa búsqueda… de los personajes…
Aunque el estilo es muy distinto, ideológicamente seguramente Los pasos dobles es la más emparentable con Cravan [Cravan vs. Cravan, Isaki Lacuesta, 2002].
Toda esa reflexión sobre la materia de la ficción, lo que es verdad lo que es mentira…
Quizás sí que en Cravan… me interesaba más todo
el tema de la verosimilitud, de cómo se construye la verosimilitud, la
falsedad. Ahora no iba tanto por ahí. La idea del fantasma si está, pero
en esta idea de que todos podemos continuar las obras ajenas.
Yo es otro
Supongo que hacer películas sobre un determinado tipo de artistas, te permite trabajar sobre la idea del doble. Esa idea del heterónimo, del artista que se reinventa continuamente que tiene diferentes nombres…
Yo es otro
Supongo que hacer películas sobre un determinado tipo de artistas, te permite trabajar sobre la idea del doble. Esa idea del heterónimo, del artista que se reinventa continuamente que tiene diferentes nombres…
Esto es real. Cuando Augiéras publica su primer libro lo
hace como Abdallah Chaamba. Empieza su carrera cambiando su nombre, es
un libro que se llama Le Vieillard et l’Enfant y cuenta la historia con su tío, todo esto que se ve en la película, esta relación homosexual, sádica…
Es curioso, porque esa idea del desdoblamiento, de
crear diferentes yoes es a la vez la búsqueda de la propia
individualidad.
Sí, la búsqueda de uno mismo.
Uno no se desdobla para encontrar diversos personajes sino para buscarse a sí mismo…
O seguramente es que todos somos diferentes personas. Por
eso el arte funciona como metáfora. Cuando hablamos de heterónimos y
distintas personalidades todos pensamos en Pessoa o en los
esquizofrénicos, pero todos somos así. Cuando hablamos con nuestros
vecinos somos distintos a cuando hablamos con quien sea, cambiamos de
registro. Los poetas lo llevan al extremo. Yo lo veía como un síntoma:
que toda la poesía de los ss. XVIII-XIX es como un camino hacia el
romanticismo, hacia la individualidad, el yo, yo, yo… Y cuando llega
Rimbaud, que dice “Je est un autre”, ese ir hacia el yo acaba
con la explosión de las distintas personalidades. Lo que nos lleva a
Cravan, a Pessoa, a todos estos poetas que, no por casualidad, en los
años 10 empiezan a construir heterónimos. Y Cravan, igual que Pessoa,
hacía la revista [Maintenant] con todos los nombres. Y me
parece muy lógico. Quizás sea la única forma posible de escapar a la
expectativa, a lo que se espera de nosotros. Yo mismo me quejo de las
expectativas respecto a mi cine, siempre me pregunto qué pasará cuando
haga una comedia. Como Marc Recha, que hace poco me contaba sus
dificultades para hacer una película de extraterrestres con clara
vocación comercial, porque nadie cree que pueda hacer eso. Es más fácil
hacer una cosa así cuando eres nuevo que cuando llevas cinco o seis
películas. Y me quejo de eso pero a la vez es muy comprensible, es como
si un día yo voy a la carnicería y me quieren vender pescado.
Tras los pasos de Jean Rouch
En el cine de Jean Rouch convive esa dimensión del trance, con esa celebración de la vida….
Jean Rouch es un maestro, un supercineasta. Y también tiene
que ver con esta idea de filmar el imaginario, hacer un retrato a
partir del imaginario de los lugares. Es una cosa en la que pensé
bastante después de hacer La leyenda del tiempo, que sus
protagonistas me decían siempre “¿Por qué no hacemos una película de
bandidos, de gánsteres? Y traficamos con coca y nos persiguen con la
moto…”. Y es verdad, igual es mejor hacer una película sobre lo que las
personas imaginan que sobre lo que viven diariamente, y es más
significativo y más representativo. Una cosa no quita la otra, pero me
quedé pensando en eso, y seguramente Los pasos dobles tiene algo de esto también.
¿Pensaste en hacer una historia de ficción muy larga?
No, pensé más en hacer cuatro o cinco películas. Por
contrato, uno de los compromisos previos era hacer una película de
90-100 minutos. Tenía ganas de que Los pasos dobles fuera una
película corta e intensa, que no hubiera transiciones, que fuera todo
como muy ir a la carne, sin hueso. Por eso nos venía bien la excusa de
las termitas, que se han comido las transiciones y cada cual se las
monta como pueda o como quiera.
Supongo que es inevitable ir a África y encontrarse con Jean Rouch…
Rouch rodó mucho más en Nigeria que en Mali. Rodó
bastantes películas en Mali que no se pueden ver casi nunca, están como
muy perdidas. Hablamos con la viuda de Jean Rouch, la había conocido en
2003. Hablamos con el Museo del Hombre de Francia [Musée de l’homme], y
nos pasaron las películas, pero me llegaron cuando estábamos a punto de
acabar el rodaje en Mali, y las vimos allí. Después de rodar,
descubrimos como Rouch estaba filmando en los mismos lugares que
nosotros, por ejemplo la cueva donde dibuja Barceló. Rouch había rodado
mucho allí. Era muy bonito comparar y decir “mira, nosotros rodamos
hacia aquí, el rodó hacia allá”. En la cueva donde se acaba el agua y
propone la adivinanza, ahí también filmó Rouch. De hecho, cuando Rouch
llega al país Dogón lo hace siguiendo a su maestro Marcel Griaule
[etnólogo del que Rouch será discípulo], que es quien primero estudió la
cultura Dogón. Marcel Griaule, que está enterrado ahí también
simbólicamente, como Augiéras y como Rouch. El primer día que el
etnólogo llega ahí se muere un hombre y filma un funeral dogón. Allí es
donde hicimos la performance. Y Rouch filma lo mismo que filmamos nosotros con Augiéras.
En Xcèntric pasaron una película de Rouch en el País Dogón (Cimetières dans la falaise, Jean Rouch, 1951,)
Es esta, la primera que filmaron al llegar ahí.
También Rouch está presente en El cuaderno de barro.
En El cuaderno... es muy literal. Cuando Rouch filmó en Mali todavía hacia etnografía, no había empezado con las ficciones que hizo más tarde. Los pasos dobles era un poco como lo que todavía no pudo hacer y más tarde haría. Como decirnos “pues ya lo hacemos nosotros”.
Rouch parece estar muy presente. En la aventura con los amigos en el coche, la secuencia de la gasolinera…
Sí, para mí el plano más Rouch es cuando llegan a la
gasolinera “¡póngame 15000 km de gasolina!”, ahí sí que pensaba mucho en
Rouch. Ellos le habían conocido, además, porque Rouch fue a enseñar sus
películas ahí. Lo de las fiestas del Sigui es brutal. Una vez cada 70
años Sirius cruza con la Tierra, y no se ve a simple vista. Esto lo
descubrieron los astrónomos a principios del siglo XX. Desde el siglo
XII, cada 70 años, en el país Dogón, cada vez que cruza Sirius hacen las
fiestas del Sigui. El gran misterio es como los dogones podían ver
Sirius desde hace tanto tiempo. Hay gente que dice que igual en el s XII
se veía a simple vista y que luego se perdió, no está muy claro. Amon y
Amassagou me decían que ellos pueden ver Sirius a simple vista, pero no
lo saben, porque cuando hubo el último Sigui eran niños y el próximo va
a ser dentro de unos años. Son unas fiestas de las máscaras y se
celebran durante varios años de pueblo en pueblo. Empiezan, si os
acordáis del filme, cuando Augiéras está buscando a la gente y cruza por
delante de una especie de casas medio de barro con forma cilíndrica.
Eso es Youga-Korogó y allí arriba es donde empiezan las máscaras. Donde
cuentan que se aparece un demonio enmascarado a una niña hace siglos. Es
genial, porque estas fiestas en la historia del cine solo se han rodado
una vez. La última fue en los años 60 -en la ocasión anterior aún no
existía el cine-, y lo filmó Jean Rouch. Y la próxima vez será dentro de
unos años. Será muy interesante ver en qué medida la influencia de las
películas va a cambiarle los gestos, o no, igual desaparece todo esto…Se
pasan los 70 años enseñando el idioma secreto a los iniciados. Jean
Rouch filmo el Sigui y al cabo de unos años volvió para traer el Sigui
al pueblo. En el fondo es lo que hace Miquel cuando lleva la performance allí. En enero queremos ir a enseñar las dos películas a toda la gente de los pueblos que trabajaron con nosotros.
Salí de tu película con una sensación de vértigo,
sintiendo en el cuerpo todo lo que puede tener de embriagador lo que
estáis rodando, un estado que en cierto modo me recordó a aquel a que me
inducen las películas de Rouch…
Cuando sube al baobab Augiéras, el que está allí arriba había actuado con Rouch hace 30 o 40 años en una de sus películas.
Igual que van tras el rastro de Augiéras vosotros en cierto modo ibais tras el rastro de Jean Rouch…
Era inevitable, incluso sin quererlo. Es que claro, Rouch
estuvo ahí, y les conocía. Hice un corto con Sergi Dies sobre Rouch, en
2003, no sé si lo conocéis, que es Jean Rouch leyendo un fragmento de
Rimbaud. Es un maestro. [El cortometraje es Rouch, un noir, Isaki Lacuesta y Sergi Dies, 2004; en Cine, de nuestro tiempo #3, Intermedio DVD].
¿Cuánto tiempo estuvisteis rodando?
Habíamos ido a localizar en julio y luego volvimos en
octubre hasta enero, 3 meses y algo, que de rodaje fueron 7 semanas
creo, u 8. Y el resto de preproducción, de localizaciones, de casting…
¿Rodabais a la vez el documental y la ficción?
Sí, yo creo que se ve, además. Se ve en las dos películas.
Sí, por ejemplo en secuencias de Barceló en plena creación… En la cueva, con las termitas…
O en las secuencias de las dos cenas, que además ocupan el
mismo lugar en las dos películas. Eso me gusta, que quien vea el
documental pensará que hay una cueva en Mali e igual van a visitarla, a
buscar las pinturas de Barceló. Que igual Amon y Amassagou harán una
imitación y cobraran entrada a la gente para ir a la cueva [risas].
Revelar un rostro
Cuando vi en Los pasos dobles la escena del encuentro amoroso entre el albino y Augiéras, pensé mucho en otra pieza tuya, Teoría de los cuerpos, en tu obsesión con la filmación de los rostros, de la piel. La misma obsesión que parece guiar a Barceló en el El cuaderno de barro, retratando al mismo albino protagonista de la escena amorosa de Los pasos dobles. En esa secuencia Barceló se parece a ti, en su manera de trabajar, con esas placas negras, con lejía, casi como si revelase, igual que el cineasta, un rostro.
Revelar un rostro
Cuando vi en Los pasos dobles la escena del encuentro amoroso entre el albino y Augiéras, pensé mucho en otra pieza tuya, Teoría de los cuerpos, en tu obsesión con la filmación de los rostros, de la piel. La misma obsesión que parece guiar a Barceló en el El cuaderno de barro, retratando al mismo albino protagonista de la escena amorosa de Los pasos dobles. En esa secuencia Barceló se parece a ti, en su manera de trabajar, con esas placas negras, con lejía, casi como si revelase, igual que el cineasta, un rostro.
Es la secuencia que más me gusta de Los pasos dobles.
Es muy cinematográfico, la forma de pintar así. Esto viene de más
lejos, hay un libro sobre el documental español, hay un artículo de
Josetxo Cerdán, en el que de repente me comparaba con Barceló [incluido
en Al otro lado de la ficción. Trece documentalistas españoles contemporáneos. Josetxo Cerdán, Casimiro Torreiro Cátedra, 2007],
y en aquel momento me pareció completamente absurdo. Y me acuerdo que
se lo dije a Josetxo. Ahora siempre le digo que he tenido que hacer la
película para darle la razón, para confirmar su teoría absurda. No sé si
la relación con los cuerpos, pero si sobre todo es esta idea de
reconducir las cosas, de trabajar con los mismos materiales que te
encuentras en el lugar. O sea que cuando Miquel se va a Nepal, trabaja
con lo que hay en Nepal. Cuando se va a África, trabaja con lo que hay
en África. Sí me identifico mucho con esta idea de no obsesionarse con
“voy a hacer tal cosa”, sino que por el camino te puedas desviar. Si
Miquel está pintando un pez y de repente se le escapa la pincelada, lo
convierte en una jirafa… Ese tipo de cosas es lo que intentábamos hacer
en la película, esta elasticidad. Sí que hay varias cosas que ahora que
nos hemos conocido bastante más y he visto como trabaja me identifico
mucho. [Nos enseña un retrato que hizo Barceló del cineasta]
No es que dibuje un rostro abstracto…lo está
prácticamente cincelando. En una entrevista, Barceló dice acerca de sus
retratos, “creo que el retrato es el paradigma de toda la pintura. La
relación carne/pintura es el centro de todo. La representación de la
figura humana es la base de toda la cuestión”. [Entrevista con Xavier
Montanyà, El temps, Barcelona. Fragmento recogido en el
catálogo, Miquel Barceló 1987-1997. Editado por el Museu d’Art
Contemporani de Barcelona, 1998.] Lo que me lleva a pensar a tu
posicionamiento como cineasta. Cuando filmas a Barceló, en escenas como
la mencionada ¿no podrías estar filmando una suerte de reflejo de tu
propio trabajo creativo?
Conscientemente, no. En el montaje, cuando empiezo a
escribir los textos en los que hablo de cómo trabaja él, quizás sí que
ahí soy consciente. De que hay analogías y de que lo que escribo sobre
cómo trabaja Barceló se podría aplicar también al cine. En algunos casos
surge por boca del coronel, de Kassogue, en otros casos por boca del
propio Miquel, cuando dice “el tiempo también pinta” en relación a Goya,
eso para el cine es muy claro. Sí pensé mucho en cómo filmar a Miquel y
una decisión clave fue esa: el llegar a decir “no le vamos a poner como
un actor de ficción abriendo el búnker, no va a funcionar, ni él va a
estar cómodo ni nosotros, hagámoslo con Amon y Amassagou”. La secuencia
entre Augiéras y la chica viene de un libro de Augiéras en el que
describe sus encuentros sexuales, entre los que hay uno con una chica a
la que desnuda, deja solo los calcetines y le pone esos discos que
grababa solo. Hice un casting en Bamako, en Mali no todo el mundo se
desnuda como nosotros, las que podían eran gogós o así, y era muy
superficial. Entonces apareció Djenebou. Fue fantástico, ese pudor que
vemos en la película, era el que tenía. Y hubo un momento que Bouba (el
actor que hace de Augiéras) le dijo “mira, haz una cosa, vete al baño,
quédate sola cinco minutos, desnúdate, mírate al espejo, y luego vuelves
y nos dices si eres capaz o no.” Y se fue, volvió y nos dice [Isaki
hace un gesto con la cabeza negando, como avergonzado] [risas]. Lo
encontré precioso, y ahí cambiamos la historia para poder filmarla a
ella. Igual sí que Miquel hace un poco lo mismo con los materiales, o
sea no emperrarte en filmar a una mujer que se desnuda, si no aprovechar
lo que tienes para filmar…
Y dejar que lo fortuito actúe…
Sí, es complicado que se entienda bien, cuando hablas de
improvisación a veces la gente piensa que te inventas cualquier cosa
sobre la marcha, que todo vale, y eso en el cine muchas veces si quieres
tener una imagen, un sonido cuidados, tiene que haber unos pactos
previos, para saber que iluminación te hace falta, donde ruedas, como
está el sonido, donde se ubica la cámara. Siempre es una mezcla de
cosas, de preparación e improvisación.
En El cuaderno de barro, en el momento en que vemos al sonidista. ¿Utilizaste en montaje el sonido que está capturando?
Ahí estaba nuestra sonidista, Amanda Villavieja, que hace
todas mis películas y de mucha otra gente. Claro, Amanda estaba
supercelosa en esa secuencia, decía “¿Por qué dejáis que entre en cuadro
el micrófono del otro y no el mío?” El sonido de todas esas secuencias
viene del micrófono de Amanda…creo. Porque es verdad que luego hicieron
un intercambio de sonidos entre ellos, pero creo que todo el sonido
directo viene del de Amanda, y está montado como si viniera del
micrófono de Alain [Mahe]. Y en cambio, los sonidos de la performance
de Paso doble, procesados, vienen en gran parte de sonidos que grabó
Alain. De hecho Alain nos ayudó a hacer el montaje de sonido de toda la performance.
Volviendo al tema de la elasticidad, y relacionándolo con tus Correspondencias
[Correspondencia(s), edición en DVD por Intermedio, 2011], hay un
concepto que es el de nota, que veo presente en tu cine. ¿Cuál es el
margen que dejas para lo establecido en preparación, guion, etc., y el
que dejas para lo que te encuentras metido ya en el rodaje?
Depende mucho de la película, de lo último que he hecho así más notas está el corto 2012, y El rito (2011). Ahora he hecho un corto que se llama Herencia,
para una película que ha montado Naomi Kawase. Nos pidió a veinte
directores hacer un corto de 3 minutos 11 segundos, que es la fecha del
tsunami [11 de marzo de 2011]. Yo lo emparento con 2012, con El rito…de
hecho son todos los cortos que llevan música de Mursego. Esta película
si se puede ver, porque hay cortos de Apichatpong [Weerasethakul], de
Jia Zhang Ke, de [Víctor] Erice, de Patti Smith como directora. Estos
son cortos en los que grabo imágenes que luego decido que son cuando
monto. En cambio en los largometrajes no es igual, no puedes hacer lo
mismo con un largometraje como Los pasos dobles porque sería un
desastre, nos hundiríamos, hace falta, como os decía antes, una
preparación bastante clara. Aunque es verdad que trabajo con un equipo
Amanda, Diego, Luis Bértolo, Albert Medrán, que son muy elásticos, tanto
pueden hacer una ficción como una publicidad como una cosa muy
improvisada, que es mucho más difícil de lo que parece. Y el encontrar
profesionales que puedan trabajar así es maravilloso.
Dejar que hasta el final haya un componente no calculado…
Claro, por ejemplo hoy muy pocos equipos podrían admitir
la semana antes de empezar a rodar que de repente Barceló no hace el
viaje, que está en la casa. Ese tipo de cambios son muy bestias.
¿Y pasó algo así?
A 4 semanas de empezar a rodar cuando estábamos en Mali no
había casting, no teníamos a Augiéras, no teníamos a ningún personaje. A
muchos equipos a 4 semanas de empezar a rodar les inquietaría no tener
protagonista, sería una inquietud normal…En este caso fue una
recomendación de [Javier] Rebollo, me recomendó a Luis como ayudante de
dirección y a Cendrine [Lapuyade], que es la que hizo el casting, y
fueron brutales. Esta chica está muy acostumbrada a buscar gente que no
son actores. En un principio fuimos a Mali, al Centro Nacional de
Cinematografía. Entras por una puerta en la que pone “Sala de
proyección” y sales por otra que pone “Sala de censura”. Alou Kone
[Delegado de Cine del CNC de Mali] es un tío maravilloso, es el que nos
ayudó en todo. Un día que nos querían apuñalar, él fue el que intervino
para evitarlo. Era el día que filmábamos la secuencia por el pueblo
persiguiendo a Augieras y estábamos filmando en la plaza y habíamos
pactado con el pueblo rodar hasta la puesta de sol. La puesta de sol
para ellos, al menos para ese tipo loco, era cuando el sol desaparecía,
para nosotros era más musulmán, cuando digas, esto que dicen los
musulmanes cuando dejas de ver tu pelo [señala su brazo]. En nuestro
caso era “cuando no tengas diafragma, es de noche”. Y apareció un tipo
curioso armado con el casco de la guerra mundial de su abuelo y con una
especie de cuchillo-bayoneta, decía que no podíamos estar en la plaza
del pueblo a esas horas, porque éramos blancos. Ahí tuvo que intervenir
Alou Kone para hacerle ver que no hacíamos nada malo. En el centro
Nacional de Cinematografía les pedimos por actores y nos enseñaron 300
páginas amarillas. Eran fichas de actores de los años 80, foto del año
81, foto del año 78. Luego te ponía dirección chez lui, su
casa. En algunas decía: este murió hace 20 años. Entonces planteamos con
Cendrine que los buscara ella y así fue. Algunos son los amigos de
Miquel del pueblo y otros son gente que iba encontrando Cendrine, con
los que hacia pruebas. La decisión clave fue cuando decidimos que fueran
bailarines, eso fue una gran idea, creo que de Cendrine. Ir buscar en
las academias de baile, las compañías de baile. Allí encontró a Bouba,
que es Augiéras, y a Zol, que es el que hace de jefe de los ladrones.
¿De ahí la secuencia del baile?
La secuencia del baile en el guión era un duelo, o
dialéctico o de pelea, y al ver que eran dos bailarines lo convertimos
en eso. Y claro, que fueran bailarines era muy bueno para la disciplina
laboral, son gente que está acostumbrada a trabajar 10 horas.
Atmósferas sonoras
Otra cosa que también nos llamó la atención en
relación con la música en tus películas, es la presencia de ciertos
músicos “experimentales” que están detrás de las bandas sonoras de tus
películas como Víctor Nubla y Pascal Comelade en Cravan…, o Gerard Gil
en Los condenados, o Los pasos dobles y El cuaderno…
La música de Gerard en la película, creo que tiene mucha
relación con lo que comentaba acerca de la separación o no entre arte
culto y popular., De repente es un músico que es supuestamente de
vanguardia compone pasodobles. La música de un spaghetti western,
de un pasodoble, un sonido experimental, para nuestra generación es lo
mismo, todo vale igual, y es algo muy natural. Seguramente la generación
de Barceló, de Nubla, son los que han hecho este camino que nosotros
ahora estamos caminado. De Nubla he aprendido muchísimo. En Las Variaciones Marker
(2008) lo cuento. Él tenía el sistema del MCO, el Método de Composición
Objetivo, que era que se iba con la radio, con la onda media, y
componía con los sonidos que tomaba al azar. Desde luego los sonidos que
escuchas en Palafrugell no son los mismos que los que escuchas en
Argentina, o en Rusia. Es muy gracioso, la música más abstracta y
experimental, al final tenía un origen muy concreto, la música que se
escucha en Rusia o en la Patagonia.
Es interesante esa opción de que la música contribuya a
crear una atmósfera concreta, que tiene que ver con lo que planteas a
nivel de imagen en Los pasos dobles. En este sentido el músico formaría parte de este juego de variaciones, de historias que van variando.
Va en paralelo. Lo que ha hecho Gerard se parece mucho a como trabajo yo, seguramente. Por ejemplo, cuando hicimos Cravan…la
música de Pascal venia de canciones ya existentes, en cambio Nubla
compuso para la película sobre imágenes. Pero estuvimos yo creo que tres
o cuatro años emborrachándonos juntos y hablando de cómo sería la
película, y seguramente la película cambió con cosas que me contaba él.
En el caso de Gerard, en Los condenados, trabajaba distinto. Me
compuso la banda sonora sobre guión. Yo llegué del rodaje y me encontré
la música hecha. Lo que pasa es que Gerard siempre compone 500 temas,
tendría que hacer diez películas para dejarle satisfecho. Yo hice mi
montaje con algunas músicas, pero había muchas más. Me hizo una
propuesta en la que había música en todas partes, y la película se
entendía exageradamente bien. Las emociones de los personajes, las
reacciones que ahora pueden ser un poco ambiguas quedaban muy definidas.
¿Trabajó igual Gerard Gil en Los pasos dobles?
En Los pasos dobles sucede al contrario que con Los condenados. En Los condenados,
Gerard me dijo “ayer le puse la versión con toda mi música a una amiga y
todo lo que yo no había entendido cuando vi la peli, lo entendió a la
primera”. Yo le dije “pues entonces quitémosla”. Era la razón perfecta
para quitarla, todo lo que era ambiguo se perdía. En cambio Los pasos dobles
es al revés, todo es mucho más lúdico, todo lo que eran subrayados nos
venía bien. El momento cuando entra Amon en el búnker y empieza a
pintarlo todo, que es ese momento que es una especie de descomposición
del tema principal, que las notas van por todos lados, si lo escucháis
en 5.1 es más claro, es muy parecido a mi forma de trabajar, esa idea de
montar, remontar, variaciones sobre un tema. Hay un tema que está hecho
con instrumentos de cocina.
Así igual que indagas en la naturaleza de lo creativo,
desde cierto punto de vista, en tu retrato con Barceló, lo haces
también a través de la banda sonora trabajando con alguien que
experimenta musicalmente como Gerard Gil.
Y trabajar con amigos está muy bien. En el cine, hay una
cantidad tan tremenda de frustración… Cuando hablas con otros directores
siempre está esta idea de “quiero hacer una película que no conseguiré
hacer nunca”, y todo tarda mucho. En cambio un músico tiene un impulso y
toca, un pintor tiene un impulso y pinta…y yo cada vez estoy más a
gusto con ellos, me resulta muy refrescante, muy inspirador.
La transmisión
Como parte de tu trayectoria, junto a la realización, ¿es importante esta faceta de la docencia, de la transmisión?
A mí me parece importantísimo, yo aprendí muchísimo de
[Joaquim] Jordà y de [Jose Luis] Guerín. Ahora está muy de moda criticar
a Guerin. Yo creo que está bien reivindicarle. Con ellos aprendimos
formas de rodar, el modelo de rodaje, darse cuenta de que el presupuesto
no tiene que irse a hacer un equipo de treinta personas, sino que lo
puedes ganar en tiempo, quizás. Aprendimos cosas muy distintas,
entonces. En un artículo sobre Jordà lo conté, que algunas clases suyas
deberían estar en su filmografía. Doy mucha importancia a la docencia.
La diferencia entre los franceses o los norteamericanos y los españoles
es que en España no hemos sabido nunca recuperar lo mejor de la
generación anterior, y siempre es esta sensación de que empezamos de
cero, cada película es: “¿cómo se hacen las películas, os acordáis?”
incluso para los productores, lo hablaba con mi productora hace poco y
es así. Por ejemplo, mis alumnos de la Pompeu, la generación ultima,
todos saben quién es Raya Martin, o Lisandro Alonso; conocen a James
Benning, a cineastas muy raros de todo el mundo, pero no tienen ni puta
idea de lo que hizo [Carlos] Saura, o de lo que hizo [Manuel] Gutiérrez
Aragón hace unos años. O Mario Camus, o [Basilio Martin] Patino…o
Gonzalo Suárez, que es un cineasta y escritor que me parece maravilloso,
y que para mí es un referente y un maestro. Ningún estudiante mío sabe
quién es Gonzalo Suárez, no tiene ni la menor idea, no solo es que no
saben lo que ha hecho, es que no saben que existe. Intentar transmitir
eso creo que está bien y que es importante. Porque cuando los
periodistas dicen que Los pasos dobles es una película muy rara, no lo es, viene de modelos muy claros. Gonzalo Suarez, por ejemplo, en España.
¿Algún proyecto en marcha después de Los pasos dobles y El cuaderno de barro?
Lo que vengo de rodar hoy es un proyecto más secreto, una
idea de trabajo a ocho, nueve o diez años vista. Pero en paralelo estoy
con varias historias, una es una ficción, que se llama La próxima piel, que es una especie de película-drama, mucho más clásica que Los pasos dobles,
una película más narrativa, y con psicología de personajes, con actores
y con guión. Y también estoy trabajando, al mismo tiempo, con una
comedia para televisión.
No paras…
Es que no hay otra, por un lado es que me gusta, me gusta
mucho, y por otro es que si paro, ¿de qué vivo? Esto me lo decía Jordà,
“ten siempre cinco o seis proyectos porque se caerán cuatro e igual te
queda uno”. En los últimos años ha habido la suerte de que han
aguantado varios a la vez, pero lo normal es que caigan.
¿Cuál sería tu proyecto ideal?
Haría las ocho pelis que tengo en marcha, que son muy
distintas, un drama para hacer con un presupuesto mediano en España, el
telefilme, la serie de comedia –esto es con Albert Pla y con Ivan
Telefunken-, una ficción mucho más gorda, porque sería muy cara, en la
que llevamos trabajando unos diez años…
1 comentario:
Que Isaki reivindique un cierto magisterio de Gonzalo Suárez, me ha conmovido.
Porque Gonzálo es y fue un cineasta glotón y excesivo, torrencial y culto. En el fondo, creo que le halagaría ese desconocimiento que hay entre los ígnaros jóvenes hacia su filmografía, no digamos ya sus relatos, porque corporeizan el prototipo de perdedor generoso que siempre describió en su literatura y en muchas de sus películas.
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