TÍTULO ORIGINAL. Der fluss war einst ein mensch (The River Used to Be a Man)
AÑO. 2011
DURACIÓN.80 min.
PAÍS. Alemania
DIRECTOR. Jan Zabeil
GUIÓN. Jan Zabeil, Alexander Fehling
FOTOGRAFÍA. Jakub Bejnarowicz
REPARTO. Alexander Fehling, Ousentswe Dreamar Manyim, Nx'apa Motswai, Sariqo Sakega, Babotsa Sax'twee
Narra la historia de un joven alemán perdido en lejanas tierras africanas que tiene que luchar por su supervivencia.
5 comentarios:
Desconcertante. Por un lado tiene una factura documental impecable: pocas veces se ha retratado un paisaje de Africa con tal verosimilitud. Por otro, narra una peripecia sencilla pero de múltiples lecturas: vagabundeo existencial que no remite a ninguna causa; extrañeza cultural; efectos de la intrusión en una cultura ajena... Sin embargo, el narrador se permite saltos en el continuo de la historia que deja sin aclarar situaciones decisivas:
¿cómo rescatan a nuestro Alexander y lo llevan a la aldea?. ¿Qué sucede cuando Alex cree ver en el río la canoa del viejo pescador y suena un disparo y desaparece también el joven hijo del pescador? ¿Qué acontecimientos hay entre estos sucesos y la imagen final en el avión de regreso? Todo esto no tiene importancia, puesto que lo que importa es la experiencia de otras gentes, otras creencias, otras culturas y el radical fracaso de todo intento de acercamiento.
Desconcertante los últimos 20 minutos. Parece que el director a partir de este momento no supiese como acabar la película y comienza a naufragar. Será por juventud o por falta de experiencia?
Me parece que el director quiere transmitir sensaciones y elige un lugar fantástico e inhóspito. Se disfruta en los primeros fotogramas del tranquilo y relajante paseo por el rio. Nos hace sufrir después y todo ello sin utilizar las palabras, apoyándose en efectos y sonidos naturales: el agua, relámpagos, la lluvia, ruidos de animales nocturnos, chasquidos del cañaveral. Algo tan simple pero bien utilizado y filmado que nos hace mimetizar con la naturaleza.
Quizás como han señalado anteriormente el guión da la sensación de estar a la deriva en varias ocasiones.
No es un filme para tirar cohetes, ni para recordar eternamente pero se deja ver que ya es bastante.
Jan Zabeil, el director, se lo ha jugado todo con las elipsis. El sentido y el sinsentido, (cuando van a la busca del cocodrilo, al final en el avión, etc.). Además no sólo ha dejado a un lado los “fallos de raccord” sino que ha subrayado sus intenciones con ellos (por ejemplo cuando el protagonista aparece con ropa distinta en las escenas). Esto parece una tendencia en una parte del cine actual. No se engaña al espectador porque no se le puede engañar, está viendo una película, en este caso una película que, entre otras cosas, se acerca a los límites de lo racional para un occidental.
Hay quienes pueden ver en la película a una Europa perdida o a una Alemania más perdida aún. Dados los tiempos que corren también podría valer.
Interesante a pesar de su juventud. Es capaz de introducir al espectador en su historia...relaja, desconcierta, angustia,... Es muy pronto para valorar a este joven director ...tal vez tengamos la oportunidad de hacerlo en su segundo largo...
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