TÍTULO ORIGINAL. La torre de los siete jorobados
AÑO. 1944
DURACIÓN. 81 min.PAÍS. España
DIRECTOR. Edgar Neville
GUIÓN. Edgar Neville, José Santugini (Novela: Emilio Carrere)
MÚSICA. José Ruíz de Azagra
FOTOGRAFÍA. Enrique Berreyre (B&W)
REPARTO. Antonio Casal, Isabel de Pomés, Julia Lajos, Guillermo Marín, Félix de Pomés, Julia Pachelo, Manolita Morán, Antonio Riquelme
PRODUCTORA. Producciones Luis Judez / German López España / J. Films
En el Madrid castizo de finales del siglo XIX, el enigmático fantasma del doctor Mantua revela al joven Basilio la existencia de una ciudad subterránea en la que habitan decenas de siniestros jorobados dedicados a actividades criminales. Basilio consigue dar con la torre de los siete jorobados, en cuyo interior permanece secuestrada e hipnotizada Inés, la sobrina del difunto doctor...
AÑO. 1944
DURACIÓN. 81 min.PAÍS. España
DIRECTOR. Edgar Neville
GUIÓN. Edgar Neville, José Santugini (Novela: Emilio Carrere)
MÚSICA. José Ruíz de Azagra
FOTOGRAFÍA. Enrique Berreyre (B&W)
REPARTO. Antonio Casal, Isabel de Pomés, Julia Lajos, Guillermo Marín, Félix de Pomés, Julia Pachelo, Manolita Morán, Antonio Riquelme
PRODUCTORA. Producciones Luis Judez / German López España / J. Films
En el Madrid castizo de finales del siglo XIX, el enigmático fantasma del doctor Mantua revela al joven Basilio la existencia de una ciudad subterránea en la que habitan decenas de siniestros jorobados dedicados a actividades criminales. Basilio consigue dar con la torre de los siete jorobados, en cuyo interior permanece secuestrada e hipnotizada Inés, la sobrina del difunto doctor...
7 comentarios:
Que la película no tenga cabida en "Cine de Barrio" no es suficiente motivo para exhibirla en nuestro modesto cine club.
Rancia por los cuatro costados para gente ídem con el sentido del humor apolillado.
Patética.
La obra narrativa, fantástica en todos los sentidos, desarrollaba un argumento inusual, con toques ocultistas y masónicos. Algo sorprendente en aquellos tiempos y más que fuera elegido por Neville. En un segundo repaso burló la censura, lo que hace la cuestión más fantástica aún. Los judíos de la ciudad subterránea no habían huido y habían burlado nada más y nada menos que a los Reyes Católicos, símbolos de la ideología del régimen.
Las referencias cinéfilas son múltiples, El Gabinete del doctor Caligari, Nosferatu, etc, todo pasado por una idea hollywoodiense de trama y aventuras. En su puesta en escena no abundan los planos-contraplanos, los decorados son magníficos teniendo en cuenta el bajo presupuesto, la mezcla de géneros (sainete, comedia, terror, drama, etc) era algo inusual porque hacía peligrar un resultado económico decente, la duración de cada plano permite observar los interiores tranquilamente, sus decoraciones, los libros por todos los lados... El protagonista, Basilio (Antonio Casal) no deja de ser un antihéroe hispano, antecedente de un sofisticado Woody Allen. Pero no todo iba a ser perfecto, evidentemente, si en las anteriores películas hemos alabado el montaje aquí no podríamos decir lo mismo pues algunas escenas están toscamente enlazadas. También aparecen muchos tópicos en los personajes, pero no nos confundamos, no son tan maniqueos. El malo, un reconocidísimo Guillermo Marín en el papel del doctor Sabatino, les dice a sus jorobados que él encenderá la mecha y que ellos hagan lo posible por vivir fuera, en una réplica del Génesis con su creced y multiplaos. Él, en cambio, se sacrificará y encenderá un puro como así exigen las buenas ocasiones. Además antes salvará a su amada de morir. Luego el malo no es tan malo y la amada, Inés (Isabel de Pomés), víctima de la hipnosis, a punto estuvo de matar a su amado. Uno de los jorobados (que tiene el poder de vivir en los dos mundos, como Don Robinson de Mantua) es asesinado al explicar a Basilio cómo es ese lugar, luego tampoco era tan malo. Y habría que destacar al resto de actores, el profesor chiflado, Don Zacarías (el Antonio Riquelme de los ladrones somos gentes honrada y el cochecito), etc.
En suma, una obra fantástica.
Ayer fui con mi abuelo al cine. Él es socio y me invitaba, dijo, a ver una película del año en que nació. Como comprenderán, a mis diez y siete años no estaba motivada para ver una peli vieja y española, por más señas. Su argumento, porque sabe que me gustan las películas fantásticas y de efectos especiales, era demostrarme que en la España de los años 40 también se hacían películas con una trama arriesgada y moderna, jugando con los espectadores a una historia improbable pero ágil y divertida.
Vale, abuelo, ganaste la apuesta. Pasan un montón de cosas y la historia es menos previsible que las que veo yo. ¡Uf, el malo se suicida por amor a la chica y para dar una oportunidad a sus compañeros! ¡Pero si eso es lo que hacen los héroes!
¿Y qué me dicen de los efectos especiales?, El glass shot, que consiste en pintar el escenario de fondo sobre un cristal, colocándolo delante de la cámara para que parezca formar parte de la escena es la técnica empleada para la secuencia de la escalera que baja al inframundo y con pocas variaciones se sigue empleando en las pelis de hoy, aunque eso sí, se superponen las imágenes pintada y real con el ordenador. El espejo anamórfico que crea la ilusión óptica de que el jorobado no tiene joroba se basa en los mismos principios que los espejos de las tiendas de ropa, en las que todas nos vemos más altas y delgadas.
Te debo un café.
Dos datos sorprendentes para quienes no creen que el mundo empezó con su nacimiento: la peli se rodó en un año 1944, apenas cinco años tras la guerra franquista, en medio de carencias económicas y materiales difícilmente imaginables para los jóvenes. El cartón piedra, por una vez, sirvió para montar unos escenarios de un estilo expresionista-cañí asombrosos. Lo que Neville aprendió en su estadía de Hollywood se aprecia en un tiempo de cine propagandístico y despreciable. Otro capítulo merecen los actores desaprovechados de aquel penoso tiempo: un Antonio Casal que da muestras de su versatilidad interpretativa y un malo de cine mudo del enorme Guillermo Marín. Viejos colegas de los que no supe aprender mi oficio.
Lo que Neville aprendió en Hollywood es que el cine debe ser, ante todo, entretenimiento. Y es lo que intenta en esta peícula aprovechando el sainete, el folletín, la fantasía y lo que se ponga por delante, pero siempre con humor (por si no queda claro, llega Napoleón para ordenar las cosas)y sin pretensiones transcendentales (como tampoco las tenía, ni mucho menos, la novela en la que se basa). Por eso me asombra que Orgasmo hable de burlas a la censura y cosas semejantes. A no ser que se refiera a la extensión de la falda de la corista, en cuyo caso fracasó estrepitosamente porque ¡vaya faldas más excitantes!
Resumiendo una película curiosa, simpática que (¡ay!, ¡el tiempo!) ha quedado un poco/muy (según sensibilidades) rancia, como dice, inmisericorde, Colombina.
Al amigo de Rótterdam no le falta razón cuando habla de censura en la película. Lo sobrenatural estaba muy mal visto en los primeros años del franquismo. El 29de mayo de 1942, con el guión ya aprobado, el jefe de la Delegación Nacional de Cinematografía reclama que se redacten unas escenas suplementarias en las que quede claro que en el conocido argumento de Carrère los espectros no son tales. Neville incluye al principio de la película un único plano que muestra a una lechuza en el alféizar de una ventana, los restos de una copiosa cena y un frasco de bicarbonato antes de llegar a Basilio, que duerme inquieto. Se pretende con ello hacer ver que cuanto ocurrirá a continuación (toda la película en sí)no es otra cosa que la pesadilla de un dispéptico. Como finalmente Neville convenció a los censores de que esa secuencia podría ser redundante, sólo quedó de todo ese lío la conversación entre los camareros en el restaurante y la famosa "escena de Napoleón". Todo esto aparece perfectamente documentado en el imprescindible libreto que acompaña a la edición en DVD de la película y que está a disposición de todos los socios.
JUAN
Efectivamente, toda la película puede ser interpretada de una manera racional, como un sueño que se abre con las consecuencias de una cena copiosa y el bicarbonato y se cierra con la imposibilidad de confirmar la existencia del pasadizo porque está tapiado. Pero este recurso (la convivencia entre lo sorprendente, absurdo, que permitía escenas spectacularmente teatrales, y lo lógico, racional o rutinario) es un recurso característico no solo del teatro de Neville sino también de otros autores de la época como Jardiel Poncela o incluso Mihura.
Por otra parte, yo interpreté la alusión a la censura,como "censura política"(por esa alusión a Isabel la Católica), y ya veo que, en todo caso,sería pacata censura "moral".
Lo de la falda, vamos.
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