17 de septiembre de 2018

In memoriam


In memoriam Carmen Blasco Solano,
Presidenta del Cineclub Calle Mayor 2015-2017

En el Cineclub las modas y las corrientes visuales se suceden. Los tiempos cambian, hasta Rafa, nuestro proyeccionista, se ha jubilado este verano (un abrazo Rafa). Desde hace unos años se habla de la muerte del cine, de sus salas, de los grandes directores y la manera de entender sus obras. Mientras tanto los que morimos somos nosotros. No sé la proporción de imágenes e ideas cinematográficas que nuestro cerebro utiliza para elaborar el pensamiento. Las escenas que nos animan a hacer un viaje para ver los exteriores donde se rodó la película favorita, a elegir el traje en la tienda con la idea del protagonista en mente, el nombre que dimos a ese hijo, la banda sonora como un mantra que nos traslada a otro lugar desde la ducha. No sé cómo se podría medir el porcentaje de cine que somos y el porcentaje de su muerte que nos toca.
Este año han sido varias las personas que nos han dejado, Carmen, nuestra presidenta, sin ir más lejos. Su última propuesta al frente de la asociación fue implicarnos en la elaboración de una gran obra que retratase lo que somos, las pelis que hemos visto aquí, en nuestro Cine Club, nuestras efemérides y puntos de vista. Su proyecto pondría cierto orden en el laberinto borgeano de la memoria. Estarían los grandes maestros, Antonioni, Ophuls, Mizoguchi, Kurosawa, los directores de fotografía, compositores, diseñadores, montadores… ¿Qué quedará de ellos dentro de cien años?, ¿y de nosotros, reflejados hasta el último momento en espejos online, en facebooks ilusorios?
No hace falta echarle demasiada imaginación para unir las escenas de nuestras vidas y de nuestro cine con los acontecimientos que forman la historia, íntima y social. Por ejemplo, el lunes del golpe de estado, el lejano veintitrés de febrero de 1981, se proyectó El diablo probablemente, de Bresson. Ni Godard lo hubiera pensado y ligado igual. Pero Carmen, como digo, nos ha dejado sin que diera tiempo a iniciar tamaña empresa. Ha sido todo un lujo contar con una persona tan grande y generosa entre nosotros. Es un tópico hablar bien del difunto, yo creo que la tendencia a la hipérbole se produce para compensar la mala leche con la que nos despachamos entre los vivos. Su caso es la excepción, ya que en vida, recibió elogios. Como una gran dama que saltó de la pantalla para estar con nosotros, su sonrisa y su mirada radiante estuvieron aquí, esa fue la ventaja. No sé cuánto de lo que fue se lo debió al cine, a Fellini, a Visconti, a Nuri Bilge Ceylan. No sé cuánto de lo que es el Cineclub se lo debe a ella, bastante. Mal que nos pese somos una eterna sucesión de difuntos, un travelling imperfecto, un fuera de campo continuo. Los socios más que nadie nos alimentamos de sombras en movimiento. Cada lunes, en versión original. La proyección, no solo por ella y por todos los que nos dejaron, debe continuar.

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