27 de febrero de 2012

Los ojos sin rostro

TÍTULO ORIGINAL. Les yeux sans visage
AÑO. 1960
DURACIÓN. 88 min.
PAÍS. Francia
DIRECTOR. Georges Franju
GUIÓN. Claude Sautet, Pierre Boileau, Thomas Narcejac (Novela: Jean Redon)
MÚSICA. Maurice Jarre
FOTOGRAFÍA. Eugen Schüfftan (B&W)
REPARTO. Pierre Brasseur, Alida Valli, Juliette Maynel, Edith Scob, François Guérin, Alexandre Rignault, Béatrice Altariba

En París, un brillante cirujano enloquecido rapta chicas con objeto de utilizar su piel para reconstruir la belleza de su hija, destrozada por un trágico accidente del que el doctor se siente culpable.

4 comentarios:

Alfredo Landa sin suecas dijo...

Recuerdo haber visto, verdaderamente pasmado, "Judex" en el cine Zorrilla de Valladolid, allá por 1964 o 65. Fue mi primera noticia de G. Franju. Hubieron de pasar casi diez años hasta tener ocasión de ver otros títulos suyos en la Cinematéque, entre ellos, esta soberbia película, "Les yeux sans visage". El gusto por el feuilleton, el género fantástico y la poesía visual de lo insólito, no bastarían para dar a Franju el prestigio del que goza desde siempre en Francia. Es preciso también tener una maestría en la elipsis, el equilibrio del ritmo y los elegantes encadenados que son señal distintiva del autor. Para ello se arropaba cuidadosamente con grandes fotógrafos, como lo es Eugen Schüfftan.
Por eso, una historia que roza siempre la irrisión, sale indemne de las manos de un maestro y se proyecta hacia el futuro con sus intuiciones certeras: los transplantes y la cirugía restauradora eran ciencia ficción en 1958. En manos de otro churrero, sería un título olvidado.

Orgasmo de Rotterdam dijo...

Tenemos a un excepcional autor de atmósferas. En esta película prima lo poético y la modernidad, que se nos muestra por ejemplo con las fotos fijas del desastre del injerto en el rostro de la hija. En manos de Franju quedó todo el folletín que alimentó al espectador durante décadas, dentro y fuera de las salas, un folletín de terror, horror, romanticismo, melancolía, aventuras, cine mudo (El fantasma de la ópera con su máscara paseando por los subterráneos de la ópera), fantástico, expresionismo alemán y existencialismo con una carga vital y moral muy importante, tanto en el personaje del doctor como en el de la hija y en los perros inclusive. La cámara naturalista muestra con elegancia y a ritmo de vals pausado el desarrollo de la acción. El movimiento de la cámara mostrándonos los dos rostros, el de la víctima y la hija de nuestro doctor (Edith Scob, actriz fetiche de Franju), es fantástico. Los ladridos de los perros en off suben la tensión. Y todo sin que rechinen las costuras (cosas de churreros que diría Alfredo Landa) como pasa en muchas películas de género, gótico, terror… y con un final apoteósico.
También se han hecho lecturas políticas de esta película. Explicaban el nuevo rostro de una Francia que había perdido Indochina y en breve Argelia.
Estilísticamente está por encima de Judex, otra película con numerosos seguidores aunque con más lastres. La actuación demasiado rígida del mago que hace de Judex tiene buena parte de culpa. Aún así Judex combina elementos de la cultura popular primorosos. Recuerdo una escena del detective en la que está leyendo en voz alta a Fantomas completamente extasiado. Recuerdo eso y un montón de palomas saliendo de los pañuelos del justiciero.
Me alegra saber que mi error en el título de la canción de Medianeras haya servido para revivir a Colombina en esta tertulia sin necesidad de bisturí.
Y lo que dijo/dijeste Alfredo Landa la semana pasada sobre la película de Guerín y la de Taretto pues algo de eso hay, no sé cuánto, si mucho o poco.

La rubia de Uppsala dijo...

Freddy ingrato, coincido, como tú sabes, en la admiración matizada de este clásico incógnito. Sólo una apreciación: las suturas vasculares y los trasplantes mediante heteroinjerto fueron realizados y la reacción de rechazo del organismo ante el órgano injertado descrita por Alexis Carrel en los primeros años del siglo XX. En 1912 le dieron por este motivo el Nóbel de Medicina. Comprenderás que cuando Jean Redon escribió la novela en la que se basa la película, el tema de los trasplantes se llevaba experimentando en animales y humanos desde hacía más de cincuenta años. En la conferencia inaugural el doctor Génessier hablaba de un nuevo método destinado a destruir mediante radiaciones los anticuerpos que aparecen en el rechazo. En aquel momento una teoría científica se sucedía a la otra. ¿Ciencia ficción?, no; solamente un pasado y un presente repleto de fracasos. Como decía el profesor, “el futuro es algo que debió haber pasado hace tiempo”

Colombina dijo...

Solo el inicio de la película con la amante del cirujano al volante, de noche, con niebla, la música, los faros del camión, el bulto-cadaver en el asiento trasero del vehículo tambaleándose...ya me pusieron los pelos de punta. Y eso sin saber aún lo que nos esperaba. Las escenas patéticas se salvan por los pelos sin saber como y eso contando que los efectos especiales tienen bastantes fallos, pero siempre aparece la protagonista enmascarada con una "expresión en la cara" tan dulce a veces y tan cruel otras acompañada de una delicadeza extrema de movimientos y una atmósfera que hipnotiza.
En ningún momento la historia pierde ritmo. Y eso ya es mucho.