Una año más el festival de cine de Venecia se convierte en campo de batalla entre “profesionales” del cine. 2006 fue el punto de partida de las hostilidades lanzadas en algunos medios de gran difusión contra las películas proyectadas en dicho festival. En este enlace podéis leer la recopilación de piropos que llevaron a una parte de la crítica cinematográfica a enfrentarse con los críticos firmantes de las crónicas de esa edición del festival.
En 2008 parece que ha vuelto esa forma de hacer crítica cinematográfica, pero esta vez la respuesta ha sido más rápida y firme (gran cantidad de cineastas, no solo españoles, han firmado la carta más abajo publicada), además de haberse focalizado contra el grupo editorial del “El País”. En palabras de Alvaro Arroba (uno de los firmantes) esta carta trata de ser “una denuncia a un grupo empresarial con intereses en cine español nunca seleccionado en Venecia ni en Cannes.”
Seguramente los lectores habituales de “El País” tendrán más datos para juzgar lo denunciado en la siguiente carta, publicada en dicho diario el sábado 13 de septiembre.
CARTA AL DIRECTOR DE “EL PAIS”
Señor Director:
Una vez más, “El País” da cuenta del desarrollo de uno de los principales festivales cinematográficos desdeñando casi todo lo que en ellos se ofrece de innovador o arriesgado, y propagando la idea de que la mayor parte del llamado “cine de autor” que hoy se hace en el mundo carece de interés. En el caso de la reciente Mostra de Venecia, el cronista de turno, Carlos Boyero, imitándose a sí mismo -tratando de tarados, cursis, snobs, plastas y otras lindezas a cuantos cineastas y críticos puedan discrepar de sus opiniones-, además de reiterarnos día tras día su inmenso hastío, no ha tenido reparo alguno en pregonar su abandono de la proyección de la última película de Abbas Kiarostami. Una anécdota que pone en evidencia que su protagonista no sólo ha renunciado a la crítica, sino que ha faltado a su deber como informador, demostrando su falta de respeto hacia los lectores.
Pero hay más: ya puesto, el cronista advierte a los distribuidores españoles del mal que les acecha si se deciden a importar esta clase de películas, y conminando a los exhibidores a no programarlas. Grave actitud, que se parece mucho a una censura previa, y que, de prosperar, privaría a los espectadores de ver y juzgar por sí mismos. Y no es la primera vez que declaraciones tan ligeras como prepotentes dan al traste con la fragilidad de una obra que merecería haber llegado a las salas comerciales más dignamente que la avalancha de mediocridades que se aplauden. Se trata, sin duda, de un asunto mayor, de estricta política cinematográfica, ante el cual lo esencial no es tanto el punto de vista del redactor como el del Medio al cual representa.
Resulta paradójico que un periódico de referencia, que hace gala de su interés por la cultura, cada vez con una mayor frecuencia excluya de ésta al cine, al que tiende a reducir a mero entretenimiento de masas, pasto de las televisiones. En la difícil situación que en tantos aspectos atraviesa hoy el cine español -particularmente en el de la producción y difusión de las películas más interesantes que se vienen haciendo entre nosotros-, sería justo y necesario, para que sus lectores sepan a qué atenerse, conocer cuál es la verdadera actitud de “El País” a este respecto. Aclarar si –insultos y descalificaciones aparte- su postura coincide básicamente con la que se desprende de los textos de su cronista. Si así fuera, si el acuerdo de una u otra manera existiera, estaría algo más claro cuál es el sentido de su compromiso primero: apoyar de tarde en tarde, a modo de pequeño detalle redentor, algún asomo de diversidad para dedicarse sobre todo a sostener y publicitar la producción cinematográfica más acorde –salvo las excepciones de rigor- con el dictado mayoritario de los ejecutivos de Televisión y los intereses de aquellos productores, distribuidores y exhibidores que determinan el destino de nuestro cine.
En http://elpaisyelcine.blogspot.com/ podréis encontrar la relación de todos los firmantes, además de la posibilidad de adheriros a ella.
En 2008 parece que ha vuelto esa forma de hacer crítica cinematográfica, pero esta vez la respuesta ha sido más rápida y firme (gran cantidad de cineastas, no solo españoles, han firmado la carta más abajo publicada), además de haberse focalizado contra el grupo editorial del “El País”. En palabras de Alvaro Arroba (uno de los firmantes) esta carta trata de ser “una denuncia a un grupo empresarial con intereses en cine español nunca seleccionado en Venecia ni en Cannes.”
Seguramente los lectores habituales de “El País” tendrán más datos para juzgar lo denunciado en la siguiente carta, publicada en dicho diario el sábado 13 de septiembre.
CARTA AL DIRECTOR DE “EL PAIS”
Señor Director:
Una vez más, “El País” da cuenta del desarrollo de uno de los principales festivales cinematográficos desdeñando casi todo lo que en ellos se ofrece de innovador o arriesgado, y propagando la idea de que la mayor parte del llamado “cine de autor” que hoy se hace en el mundo carece de interés. En el caso de la reciente Mostra de Venecia, el cronista de turno, Carlos Boyero, imitándose a sí mismo -tratando de tarados, cursis, snobs, plastas y otras lindezas a cuantos cineastas y críticos puedan discrepar de sus opiniones-, además de reiterarnos día tras día su inmenso hastío, no ha tenido reparo alguno en pregonar su abandono de la proyección de la última película de Abbas Kiarostami. Una anécdota que pone en evidencia que su protagonista no sólo ha renunciado a la crítica, sino que ha faltado a su deber como informador, demostrando su falta de respeto hacia los lectores.
Pero hay más: ya puesto, el cronista advierte a los distribuidores españoles del mal que les acecha si se deciden a importar esta clase de películas, y conminando a los exhibidores a no programarlas. Grave actitud, que se parece mucho a una censura previa, y que, de prosperar, privaría a los espectadores de ver y juzgar por sí mismos. Y no es la primera vez que declaraciones tan ligeras como prepotentes dan al traste con la fragilidad de una obra que merecería haber llegado a las salas comerciales más dignamente que la avalancha de mediocridades que se aplauden. Se trata, sin duda, de un asunto mayor, de estricta política cinematográfica, ante el cual lo esencial no es tanto el punto de vista del redactor como el del Medio al cual representa.
Resulta paradójico que un periódico de referencia, que hace gala de su interés por la cultura, cada vez con una mayor frecuencia excluya de ésta al cine, al que tiende a reducir a mero entretenimiento de masas, pasto de las televisiones. En la difícil situación que en tantos aspectos atraviesa hoy el cine español -particularmente en el de la producción y difusión de las películas más interesantes que se vienen haciendo entre nosotros-, sería justo y necesario, para que sus lectores sepan a qué atenerse, conocer cuál es la verdadera actitud de “El País” a este respecto. Aclarar si –insultos y descalificaciones aparte- su postura coincide básicamente con la que se desprende de los textos de su cronista. Si así fuera, si el acuerdo de una u otra manera existiera, estaría algo más claro cuál es el sentido de su compromiso primero: apoyar de tarde en tarde, a modo de pequeño detalle redentor, algún asomo de diversidad para dedicarse sobre todo a sostener y publicitar la producción cinematográfica más acorde –salvo las excepciones de rigor- con el dictado mayoritario de los ejecutivos de Televisión y los intereses de aquellos productores, distribuidores y exhibidores que determinan el destino de nuestro cine.
En http://elpaisyelcine.blogspot.com/ podréis encontrar la relación de todos los firmantes, además de la posibilidad de adheriros a ella.
En http://www.elpais.com/articulo/opinion/PAIS/cine/elpepiopi/20080913elpepiopi_8/Tes encontrareis el enlace al diario.
1 comentario:
Como no podría ser de otra forma, tanto individualmente, como representante del Cine-Club me sumo a la firma de este escrito que espero que sirva de una vez por todas para terminar con este tipo de polémicas que lo único que hacen es perjudicar al cine, sobre todo al español que no está precisamente sobrado de talentos.
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