19 de febrero de 2020

Un poeta se detiene a ver algo bello, por Rodrigo Garay Ysita

Rodrigo Garay Ysita, coeditor de la revista Correspondencias. Cine y pensamiento, escribe:

El limbo es la abstracción de sitios concretos como las paradas de autobús, los elevadores o los hoteles cerca del río. Espacios para detenerse y esperar. A diferencia de cómo se filman las calles, las fiestas, las cenas de Navidad u otros tantos lugares esencialmente dinámicos, al limbo se le retrata como si no estuviera ahí porque es un escenario intercambiable. Casi no hace ruido, para que podamos aislar mejor las voces de sus habitantes. Casi no tiene color, para no distraer. La naturaleza en el cine no es lo mismo, aunque ahí también se vayan los personajes de las películas para esconderse del mundo: el bosque, el campo o la montaña suelen ser territorios trascendentes —más allá de los respectivos límites de cada quien— de los que ya no hay regreso (y, si hay, no regresa el mismo que se fue). El limbo no es más que un oasis en medio de los espacios vivos; para salir, basta con retomar la marcha. Antes de hacer precisamente eso, el viejo de El hotel cerca del río ve algo bello.

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