Algo impresionante en ella es la escena del incendio. Al verla no podía parar de preguntarme cómo la rodaste, porque la cámara parece estar entre las llamas casi todo el tiempo.
No te metes en el fuego si no tienes fuego en el interior. Ahora, retrospectivamente, me digo que qué clase de neurosis tengo para hacer eso, pero en aquel momento me pareció lo más natural y orgánico. Me dije, ¿cómo hago la mejor película posible? Metiéndome en el fuego. Y eso implicaba hacer los exámenes teóricos y físicos de bombero.
Pueden verse en ella referentes como John Ford, Dreyer, Tarkovsky o Bresson. ¿Son tus modelos conscientes?
De quien más cercano me siento es de Tarkovsky, por la relación entre el arte y lo sagrado. Otro director que me gusta mucho es Raymond Depardon. Desde luego soy cinéfilo y tengo mis maestros. Pero en este proyecto he mirado hacia dentro para invocar todos esos pequeños gestos que habitan en mi familia: la manera de cortar del pan, de andar, hablar...
A pesar de estar rodado en 16mm, el filme tiene una imagen suntuosa.
Bueno, es fácil. Uso película (en lugar de vídeo). Por eso la imagen vibra. Una imagen que está compuesta de píxeles no es lo mismo: yo no soy cuadrado como un píxel. Cuando trabajas con imágenes químicas tu cuerpo reacciona de otra forma, porque una química afecta a otra.
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