¿Se han estrenado por igual las dos versiones de Carlos?
La versión doble de Carlos se ha estrenado en varios países, como Alemania, Estados Unidos o Reino Unido. Su éxito ha sido parecido, aunque lógicamente la versión corta se llegase a estrenar en más salas.
¿Es una biografía de un terrorista?
Carlos, el personaje, es una invención mediática. Hay que distinguir entre la persona real y la mitificada por los medios. Mi acercamiento al personaje es desde un punto de vista realista, humano. ¿Por qué esta persona se convirtió en el terrorista Carlos? Él era venezolano, luchador en pos de la causa palestina, fue uno de los jefes de la causa de la lucha palestina en Europa. Luego, en Paris mató a unos policias. Detrás vino todo lo de Viena, el secuestro de los representantes de la OPEP. A partir de ahí los medios le convierten en un personaje de novela. En realidad de él, aunque dijera la prensa lo que quisiera, recelaba tanto de los movimientos árabes como de los de izquierdas extremas.
¿Es una película oportuna, teniendo en cuenta la situación árabe?
El momento actual por el que pasan los países árabes no creo que tenga influencia alguna en la visión de la película. Lo que quería mostrar en el filme es el papel totalitario de gobiernos como el de Líbano, Yemen o Siria. Algo que el momento actual ha venido a demostrar que era así. El hoy no ha hecho más que explicitar lo que ocurría en aquellos países.
¿Es fiel a la historia real o es una ficción cinematográfica?
Cuando comencé a trabajar en el proyecto estaba intimidado por la dificultad del mismo, por el mundo turbio y oscuro sobre el que iba a tratar. Era, por supuesto, un terreno peligroso el tratar de hablar sobre la política en Oriente Medio. Quería, con la distancia que da el tiempo (la vida de Carlos corresponde a veinte años que van desde los años setenta a los noventa) iluminar la Historia, ver el porqué de los hechos ocurridos. No fue fácil. Busqué todo lo que se había escrito sobre Carlos. Sobre todo la investigación que había llevado un periodista francés que había sido corresponsal en Oriente Medio para Le monde y Liberation. Después seguí investigando todas las fuentes disponibles, que eran muchas y variadas. La película, por ello, presenta una visión muy cercana a la realidad. La labor que realicé fue tan compleja como la de un historiador.
¿Su primera opción para el protagonista fue un actor desconocido?
Los productores querían como actor a Javier Bardem o Gael García Bernal, pero no me parecían adecuados. Necesitaba un actor que hiciese más veraz la película. El intérprete debía ser joven, tener la edad correcta, que fuera latino, con presencia física. Cuando di con Edgar Ramírez supe que era la persona ideal para hacer de Carlos. Además hablaba cuatro idiomas. Y, por si fuera poco, poseía una cultura política enorme, por lo que terminó siendo un gran colaborador. Conocía cosas de Venezuela y hechos que yo desconocía. Se convirtió en un artesano. Mientras yo dirigía la película desde fuera, él la dirigía y la asimilaba desde dentro. Cuando terminó el rodaje decidió hacer terapia, psicoanalizarse para decir adiós al personaje de Carlos.
¿Prefiere trabajar para cine o para televisión?
A la hora de escribir o de rodar un filme nunca pienso en el medio en el que se va a distribuir sino en las imágenes que lo van a hacer posible. El proyecto se pensó para cine. Rodé en realidad tres películas y en 35 mm, lo que ocurrió es que seis horas era casi imposible poder financiarlas pensando exclusivamente en las salas de cine. Esa fue la razón por la que se recurrió a la televisión. La versión completa se planteó para festivales, circuitos reducidos y DVD. Para que la difusión fuera mayor se optó por hacer otra versión que monté sin que esa reducción me resultara problemática. Hay quien dice que ambas versiones, la larga y la corta, dan como resultado dos películas diferentes. No lo sé en realidad. Sé que mi trabajo para hacer posible la versión corta fue muy grande, ya que me enfrentaba a un difícil ejercicio de montaje pues debía conseguir, al pasar de una versión a otra, mantener el ritmo, el tiempo, la narratividad. Fue más difícil, sin duda, terminar la versión reducida, pero a ambas versiones les tengo el mismo apego. De ambas estoy muy satisfecho, pero no sé decir cuál de las dos prefiero. Para mí ambas son igualmente queridas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario