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26 de abril de 2010

Entrevista con Kornél Mundruczó

Cineuropa:: ¿Los paisajes suntuosos y salvajes del delta del Danubio desencadenaron su deseo de realizar una película?

Kornél Mundruczó: Sí, descubrí este lugar por casualidad antes de rodar Johanna y me causó una impresión muy fuerte. La belleza de la naturaleza seguía siendo “normal”, no como la de una alta montaña por ejemplo. Eso me dio la primera idea de la película, el principio de un muy largo proceso que ha durado más de cinco años. Deseaba rodar mi filme allí porque lo que sentía me parecía muy cerca de mi universo y de mí mismo, en particular de mi identidad, ya que soy mitad húngaro, mitad rumano. La historia de Delta aborda este tema de un extranjero que vuelve a casa. Era un buen comienzo para el relato y eso correspondía a mi situación: yo era un extranjero en el delta del Danubio. Luego, obviamente, fue necesario construir una estructura dramática clásica.

¿Cómo evolucionó el guión después de la tragedia que os obligó a buscar un nuevo actor principal y recomenzar de cero?

La situación inicial era una historia de venganza inspirada en Electra de Eurípides. Pero la reconstruí completamente cuando decidimos recomenzar el rodaje con un nuevo reparto. Al confiar el papel principal al compositor Lajko Felix, que no es un actor pero que tiene la fuerte personalidad que necesitaba, sabía que era necesario un relato completamente nuevo ya que no podía personificar la venganza. De alguna manera, la muerte del actor Lajos Bertok fue integrada en la historia y se le dedicó la película. En el fondo, Delta habla sobre todo de la falta de tolerancia. En Europa del Este, pero imagino que también en otras regiones, es un problema bien real. Pero como no creo en un enfoque cinematográfico realista que me parece siempre falsificado, abordé el tema intentando tratarlo de manera más universal. Ya que eso sucede en todas partes: en cuanto hay diferencias, este problema surge.

¿Por qué adoptaste un estilo poco explicativo?

Pienso que no es ni normal ni verdadero tener una comprensión total e inmediata del guión, son sólo astucias cinematográficas que no comparto. Pero hay mucha información: el cuerpo del personaje principal, el hecho de que vuelva de alguna parte, que tenga euros, que beba alcohol, que no quiera vivir en comunidad sino en solitario y que desea construir su casa. No quise revelar su historia completamente para dar a los espectadores la oportunidad de descubrir y para destilar mejor la información. Por otra parte, tengo experiencia en el teatro y en los clásicos, es necesario integrar toda la evolución de los acontecimientos para incluir exactamente quién es quién y el porqué. Es también por esta razón que los protagonistas de Delta no tienen nombres.

¿Hasta qué punto querías utilizar unos diálogos minimalistas?

Eso viene de los actores, Orsi Toth y Lajko Felix, que son muy discretos. Cuando los reuní para las primeras pruebas, estaban muy silenciosos. Yo estaba muy preocupado, ¿acaso no se apreciaban? Pero cuando regresé a Budapest y vi las imágenes, me di cuenta de que eran brillantes y llenas de sentido, ya que les había dicho que eran un hermano y una hermana que no se habían visto desde hacía 25 años. Supe inmediatamente que era así como debía hacer la película: silenciosa.

Orsi Toth parece una especie de musa para su cine

Es una actriz fantástica, muy cercana al estilo clásico. Es discreta y tiene una muy fuerte personalidad. Puede ser una muchacha, y también una niña o una anciana. Hace pensar en actrices como Giulietta Masina y lo que expresa con su talento es muy próximo a mi mundo. Yo soy quien tiene que agradecerla ya que es exactamente lo que buscaba. Eso forma parte de mi concepción del cine: lo más importante es encontrar un lugar y a personas que correspondan a mi mundo interior, y no crear un guión para intentar interpretarlo.

¿Cuáles fueron tus técnicas de rodaje?

Johanna fue un trabajo muy artificial, realizado exclusivamente en interiores. Delta es lo contrario. No utilizamos filtros ni materiales sofisticados y continuamos siendo muy sobrios en cuanto a la luz. La idea era que se habría podido hacer la misma película en los años 50. No quería reconstruir algo, sino simplemente explorar y documentar este territorio en 35mm. La cuestión principal era: ¿dónde está la cámara? ¿Cuál es el punto de vista de la escena?

¿Cuáles son sus principales influencias?

Crecí en el campo, no lejos de Budapest y gracias a un cine-club descubrí a Fassbinder y a Bergman, que me influenciaron enormemente cuando tenía 15 años. No tenía entonces ninguna intención de convertirme en director. El realismo social soviético me ha marcado también, en particular las películas de Elem Klimov y Aleksei German. Sin olvidar, por supuesto, películas tristes como todas las húngaras (risas) con la música al estilo Bartok…

¿Sientes que formas parte de la nueva ola actual del cine de Europa del Este?

Una joven generación muy fuerte surge con muy buenas películas, pero cada uno tiene un estilo muy diferente. Por otra parte, participé en 2005 en la película colectiva Lost and Found, con Stefan Arsenijevic, Nadejda Koseva, Mait Laas, Cristian Mungiu y Jasmila Zbanic. Antes de pasar por la Cinéfondation, por supuesto, ya había viajado pero siempre había vivido en Hungría. En París, me sentí inmediatamente ciudadano de Europa del Este y experimenté por primera vez esta identidad y diferencia.

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